sábado, 29 de octubre de 2011

Con dos cervezas de menos y un cigarrillo demás

Yo era la dueña del túnel; lo  recuerdas? aquella que golpeaba enardecida la guitarra de tu cuerpo ambicionando convertir tus heridas en melodías. Cada noche de luna llena, miraba al infinito y te observaba encuadrado en tu ventana, dando calor a la noche fría. Contando todas las estrellas que estaban al alcance de tus manos. Recuerdo caminar muy despacio por tu puerta…sabiendo que tan sólo nos separaban centímetros de indiferencia…tu indiferencia. Y en ese instante, en ese preciso segundo… recuerdo echarte… tanto… tanto, de menos.
Yo  era la mujer de los versos, la de las palabras vanas y sin sentido que intentaban acariciar tu soledad recién nacida. Después llego la muerte del sentimiento y se crearon muros de odio…tu odio. Ahora nuestra cama es un desierto y la música sigue sonando para nadie, y nadie baila abrazado como si fuera el final del universo… el último soporte de vida, la última esperanza en la que… nadie podía destruirnos.



…quién dijo que el amor puede llegar a ser eterno. Las grandes mentiras suelen contarse en versos, pero siguen siendo quimeras.







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