sábado, 8 de febrero de 2014

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Hipotecada de silencios, porque tengo que cumplir el tratado de los mercaderes sin divorcio, porque esculpí mis piernas saltando vallas sin purpurina, porque magullé mis brazos al escalar palacios destronados con principes sin perdices, por eso amordazo mi lengua a las reservas sin impudicias, por eso abotono mis caricias de granizo. Me decreto mendigar en la longitud de tu espinazo. Llevo mucho tiempo fermentando mi alma con el desaliento de la desconfianza. Sí, estoy inválida de sentimiento. Soy muñon de amaneceres. Estropeada por los recuerdos de los predicados a tres voces.
Por eso no quiero pagar el peaje a tu esqueleto, porque es una avenida a las navajas. A las infracciones de los evangelios. Te rechazo. He desestimado el encargo de convertirme en ladrona de guante blanco, de literas inundadas con otras babas. No quiero reincidir en la sinfonía del triunvirato. No quiero un jornal con limones. No quiero balas inundadas con úlceras. No quiero convocar más huelgas clandestinas al rascacielos de tus rizos. Por eso te abrazo con los ojos, aunque tú no lo sepas. Por eso escucho el tabaco cuando murmura en tu boca, aunque tú no lo sepas. Pisando tu sombra en los charcos para tocarte sin miedo, para sentirte un poquito mío. Y te miro desde los peldaños de los sordomudos, desde el telescopio de los asesinos comilones de parejas errantes.



 
foto:laura

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